La obra de Rita Fischer podría asociarse a un acercamiento renovado a la tradición del paisaje, aunque el horizonte y la perspectiva, elementos fundamentales y definitorios del género, no están presentes en sus pinturas. El artista utiliza la variedad tonal y la complejidad cromática para representar elementos de la naturaleza: plantas, ramas, hojas o cortezas de árboles que recuerdan a los bosques indígenas del campo uruguayo. Pero lejos de buscar el realismo, estos elementos y signos no garantizan una representación completa de estos matorrales, y el sentimiento de simbiosis frente a la naturaleza parece no llegar.Por el contrario, estos signos se unen y completan con elementos puramente abstractos, como las grandes marcas y los planos de color que ocupan un lugar significativo en la obra de Rita Fischer.
La imagen creada por el artista, dijo semánticamente ambigua, genera un clima de incertidumbre, perplejidad y deseo. Cuando nos detenemos a contemplar estas escenografías herméticas, inestables, habitadas por conflictos y tensiones, poco a poco nos asalta una sensación: la sensación de presenciar una epifanía, que revela una singular belleza.